martes, 16 de marzo de 2021

Posted by Cultu-Art marzo 16, 2021 in
Antonio Corradini nació en Venecia o en Padua hacia 1688. Siendo adolescente entró como aprendiz en el taller del escultor Antonio Tarsia, con cuya hija se casó años después. (En esa época casarse con la hija del maestro era bastante común entre los alumnos más atentos.) Entre 1716 y 1717 trabajó para Pedro el Grande en San Petersburgo y luego visitó las ciudades de Rovigo, Dresde y Udine donde dejó muchas de sus obras.

La especialidad de Corradini era la mujer velada, o sea la mujer que está al mismo tiempo vestida y desnuda. Su piel no se ofrece accesible al tacto sino a la vista. El mármol se trabaja obsesivamente para que reproduzca los ligeros pliegues de la tela que la cubren. Esa mediación es sensual, metafórica, prohibitiva. Y se trata de una prohibición doble. La piel aparece separada del mundo por un velo, pero el cuerpo, hermoso, también es frío, artificial, una representación gélida. Lo que en la vida se puede descorrer, en la escultura queda fijo para siempre, aunque parezca que el mínimo toque alcance para modificarlo. Más allá de la técnica perfecta, de la mímesis, del virtuosismo innegable de Corradini, encontramos en esas obras una reflexión barroca. 
El doble velo, el velo copiado y el mármol en lugar de la piel, celebran otra imposibilidad, la de la relación con el otro. Vemos la forma de la mujer, entendemos sus hermosos senos, su vientre, sus caderas, sus formas y la deseamos pero ¿cuánto dura esa juventud, ese deseo? ¿Cuánto podemos prolongar nuestras caricias? Nuestros frágiles y perecederos cuerpos, parece decir Corradini, no nos pertenecen, siempre son de otro, del tiempo, de la muerte.
En 1729 o 1730, Corradini se instaló en Viena, capital del Imperio Austríaco. Los Habsburgo lo nombraron escultor de la corte en 1733 y el emperador Carlos VI le encargó el monumento al Arca de la Alianza, en la ciudad de Györ. Más tarde en Viena diseñó y supervisó la construcción del teatro Hetztheater.En 1743, se trasladó a Roma. En 1744, a Nápoles. Raimondo di Sangro, príncipe de Sansevero, le pidió que decorara con sus obras la capilla de su familia. Corradini trabajo mucho. Para las estatuas, pedestales, altares y bajorrelieves que diseñó llegó a realizar treinta y seis modelos en arcilla. 
En 1750, logró terminar el Monumento a Giovanni Francesco di Sangro y el Monumento a Paolo di Sangro. De 1752 data su obra más conocida y representativa y quizás el punto más alto de su técnica. 


La Pudicizia, que nosotros traducimos La modestia, aunque también podría ser El pudor, un monumento funerario dedicado a Cecilia Gaetani dell’Aquila de Aragón, madre de Raimondo. 

La modestia es una muchacha velada, sana, fértil, incluso voluptuosa, de la cual resalta su torso, su pecho y su cara de rasgos finos y armonioso. La escena del escultor admirando su obra terminada en un taller vacío, él, su creador, y ella, su obra, ¿no transmite una satisfacción erótica?
Ese mismo año, cuando tuvo que encarar el Cristo velado, Corradini murió. Fue enterrado en la iglesia de Santa Maria della Rotonda. La que debía ser su obra cumbre, el máximo exponente de su precisa técnica que transformaba la piedra en una estática y ligera tela translúcida, fue finalizada por uno de sus colaboradores. Hoy consideramos a Giuseppe Sanmartino (1720─1793), en ese momento de apenas treinta y dos años, el autor del Cristo velado de Sansevero. El historiador y poeta Giuliano Capecelatro cuenta esta historia en Un sole nel labirinto, storia e leggenda di Raimondo di Sangro, Principe di Sansevero, publicado en el 2000. ¿Corradini murió por qué sus manos pecaminosas no podían esculpir ese Cristo perfecto? Sin embargo, la leyenda es otra.El príncipe Raimondo di Sangro se había ganado fama como científico y alquimista y por mucho tiempo se rumoreó que había descubierto un método de calsificación que permitía transformar el paño en mármol. Así Sanmartino solo habría tenido que esculpir el Cristo sobre el cual se había colocado una ligera tela tratada con ese proceso químico. ¿Cómo, si no, lograr ese efecto, esa textura? Sin embargo, un análisis no tan exhaustivo de la escultura deja en claro que se trata de una única pieza de mármol trabajada con arte y talento.
Por otra parte, se conserva la correspondencia del príncipe y en una carta fechada el 16 de diciembre de 1752 se lee: «(…) y pagaréis en mi nombre los cincuenta ducados citados anteriormente al Magnífico Giuseppe Sanmartino por la estatua de Nuestro Señor muerto, cubierto de un velo igualmente en mármol». La carta se conserva en el Archivo Histórico del Banco de Nápoles y lleva firma real.

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