sábado, 29 de agosto de 2020

Posted by Cultu-Art agosto 29, 2020 in
 Últimamente veo con preocupación que la colectividad mundial y en especial latinoamericana. Se encuentra en franca decadencia.
El incidente que ocurrió en Colombia, de una gandóla con gasolina donde la gente de forma voluntaria y masiva, se inmoló, por hurtar un poco de gasolina. 


La aptitud de la gente frente a la precauciones y el distanciamiento social, post Pandemia (trifulcas y golpes a causa del no uso de las mascarillas, entre otras situaciones), dónde cada vez las estadísticas aumentan, el contagio sigue creciendo y las muertes son más abundantes.
 La intolerancia, sobre las ideologías de género de parte y parte. El surgimiento del M.A.P., como una preferencia sexual, que pretende ser normalizada.

 El racismo, que no es solo de blancos. El abuso de autoridad en Norte América y el Mundo. En fin todo indica que estamos en un momento histórico terrible. 

 Dónde irónicamente, el conocimiento esta accesible a todos. Al parecer, la sed de cultura no existe en las nuevas generaciones, y tampoco las previas, a las más nuevas. Esas que ya son padres y madres. Que deben ocuparse de estimular todas esas cosas en sus hijos. Esas que colocan a sus hijos hacer un TikTok, hablando en vocabulario soes, y hacen fiesta de que sus niñas y niños, "perreen", y muevan sus pelvis como si fuera gracia infantil. 
 Titulares impactantes como: Bad Bunny es uno de los músicos más exitosos de 2020. Y acaba de ser reconocido como compositor del año en la premiación latina de la American Society of Composers, Authors and Publishers (ASCAP). 

 Te preguntas: ¿Con base a qué, se evalúa el talento de un compositor? Y respondes a ti mismo, no es talento sino capacidad de venta. Lo que se evalúa. ¿quiénes son los que cualifican este talento? No pueden ser músicos y expertos en música, si no en mercadeo. Y si lo son, realmente así de bajo es el nivel de exigencia, que alguien sin voz y con la inclusión de expresiones soeces en sus letras sin contenido positivo, puede catalogarse como el mejor. 
 Soy una persona que ya estoy en mi década de los 40. De una generación denominada "X" que inicio la era de los millennials, progresista en el buen sentido, con pensamientos abiertos y liberales. Dónde la conciencia ecológica, el respeto a la creencias, al igual que los modos de vida, las diferencias por raza, ni por preferencia sexual, no son parte de mi generación.  
 Así que no puedo compararme, con las generaciones que tenían pensamientos muy cerrados, excluyentes y moralistas.
 Sin embargo, hay cosas que serán siempre indispensable el el desarrollo de una civilización, y entre ellas esta: la cultura, el desarrollo económico y la tecnología. Y las mismas, deben estar de la mano y en equilibrio. 
 Pienso que más que hacer cultos de filosofía positivista, desapego e individualismo (para no sufrir), y el mantener, conservar y recuperar (porque eso implica compromiso y sacrificio), es menos importante, que el mal llamado amor propio (ego).   Dónde las Plegarias y oraciones abundan en las historias y los chat de WhatsApp (como si Dios viviera en la web), y en la práctica, hacen culto a la falta de solidaridad, envidia, homofobia, racismo y clasismo.   Donde nuestras acciones positivas y filantrópicas, las hacemos movidos desde la validación y reconocimiento, en las redes sociales. 
 Donde la cultura es banalizada y no internalizada. Dónde se confunde la belleza con la estética, conceptos ahora satánizados, por qué la gente no quiere aceptar sus limitaciones y falta de criterio. Y donde decir la verdad cuando no es complaciente o incómoda, es un acto de racismo, exclusión o intolerancia. 
 Estaremos en un mundo que se hará cada vez más difícil de vivir, y lamentablemente estaremos condenados. Y no por una apocalipsis ni una profecía, sino por nosotros mismo, dónde no fuimos capaces de reconocernos, dónde tenemos una tecnología que usamos a diario, no para leer y conocer nuestra historia y las diversas líneas de la ciencia, sino para compararnos, y saber si tenemos más o menos, que otros. 
 Donde presumir nuestro equilibrio mental, nuestra fe, y nuestra filosofía de vida, es una acto mediático y no un verdadero estilo de vida. Dónde todavía creemos en políticos Mesías, que harán de nuestras naciones prósperas, a punta de promesas insostenibles y sin bases económicas sustentables. Dónde todavía usamos plástico para casi todas nuestras actividades diarias. Y dónde los animales son desplazados, aniquilados para usar sus huesos, pestañas y pieles (con impresoras 3D capaces de copiar con detalle cualquier cosa). 
 Definitivamente el fin estará muy cerca y será un acto de justicia para un planeta tan maravilloso y hermoso como este.

Por: Juan Carlos Araque Zerpa @elsuperjc


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